15 Abriles no son nada.
Crónicas de un Viejo Habano
Marca: Romeo y Julieta
Vitola: Churchill
Fumar habano, no es solo fumar. Fumar habano es regalarse un momento, una experiencia y hoy tuve uno de esos momentos mágicos, un habano con fecha de elaboración mayo del 2006. ¿Quién sabe cómo llegó a mis manos?Pero la vida te regala a veces esas pequeñas cosas que te toman por sorpresa o te dejan en off side, hablando en términos futboleros que jamás uso. Un habano que alguien guardó por error o quizás olvidó para que había sido creado.
Abrí el tubo con ansias, y el Churchill me miró agradecido. Lo deslicé suavemente entre mis dedos, lo miré, sonreí y así me dejo sentir su suave aroma a viejo.
El tabaco desgastado, el campo lejos, el pasto largo y seco. Esa impresión me dio de primer momento. Jamás subestimes a alguien con años de experiencia. Parece que el estaba esperando por mí y yo también por él. Su capa perdió brillo sí, lo sé, pero no le presté mayor atención. Si total...... me lo había regalado la vida. ¿Qué más podía pedir?
Le saque la perilla con miedo. No pasó nada. Lo encendí con cuidado, como quien acuesta un niño dormido y tímidamente lo coloqué entre mis labios y con los ojos cerrados aspiré despacio.
El humo comenzó a esparcirse por el aire sin piedad. La baja intensidad en la madera, café y cacao me alertaron, tenías razón Nico, por algo la vida te lo regaló. Pasaron unos minutos y el sabor a hierbas y especias me devolvieron mi regalo, estaba hecho para mí. Me pregunto: ¿el bosque se alejó en el tiempo llevándose consigo la madera? El cuero se sintió, pero lejos, muy lejos. La ceniza dispareja pero estable, gris oscura con toques negros y blancos dan cuentas claras de que lo armó un hermano para mí. Sí, lo digo con aires de grandeza. Luego en las siguientes bocanadas, la pimienta se presentó como una novedad y decidió quedarse hasta el final. Noté la estructura algo desgastada por los años, claro, como aquel arado oxidado en el campo que se pone a funcionar muy lentamente. Así comenzaron a funcionar los engranajes de este habano que pasó por las manos de vaya a saber quién hace tantos años.
Seguí con el ritual y el último tercio resultó finalmente equilibrado, como si las partes del habano se hubiesen corrido una posición. El primer tercio: casi ausente. El segundo: fue el primero. Y el tercero: el segundo.
El malbec que estaba bebiendo armonizó esta parte de la fumada. Los taninos del vino resaltaron las hierbas del tabaco recordando que fue hecho para disfrutar por alguien en algún momento, en algún lugar, y ese día fue hoy.
¿Quién puso esa semilla?, ¿Quién recolectó esas hojas?, ¿Quién fue el maestro torcedor que permitió que luego de tanto tiempo este tabaco estuviese en condiciones casi eternas?, ¿Un mago quizás? Un artesano que hoy no sabemos si está vivo como para estrecharlo en un abrazo.
Me sorprendió mucho que no fuese una fumada rancia, se sintió fresca y con humo untuoso. Aun bajo la sorpresa me dije “es un habano, es cubano, no pude fallar ni aún fallado”.
¿Será el tubo? me pregunté, ¿el cedro que lo acunó?, ¿La caja que lo cobijó todo este tiempo? No entiendo... Su nombre, igual que el de los eternos enamorados de Verona, no me fue ajeno en esta ocasión, fumar este habano me enamoró como la primera vez. Fumé, cerré los ojos y viajé por gran parte de América… hecho en Cuba hace mas de 18 años, comercializado en Miami y guardado por error o descuido durante 15 años en Argentina. Hoy, fumado en Mar del Plata. Que vuelen mis humos tan lejos como puedan y ojalá lleguen a las narinas del maestro torcedor que le dio vida, para disfrutarlo juntos, disfrutar el momento, la experiencia.
Fumar habano, no es solo fumar.